16 dic 2010

Ψ El diván I : Indefensión aprendida

Seligman (1965-67) propuso este término para el fenómeno que consistía en asumir la derrota cuando el sujeto toma conciencia de que el control de la situación no le pertenece y, con ello, el devenir de los acontecimientos. Por tanto, si uno se ve incapaz de elegir la solución ante un problema, se mostrará pasivo ante el displacer y dejará de luchar ante lo que no puede controlar.

Demostró la hipótesis con un experimento bastante básico y rudimentario: expuso a dos perros a descargas eléctricas continuadas; uno de ellos disponía de una palanca en la jaula que cortaba la corriente, mientras el otro simplemente debía de esperar hasta que los miembros del experimento dejaran de emitirle descargas o bien que el primer perro accionara el dispositivo para que ambos dejaran de recibirlas. Tras esto, se comprueba que el primer perro manifiesta un condicionamiento operante por reforzamiento positivo ( es decir, el chucho aprende que accionando la palanca el dolor disminuye y, por tanto, aumentará la frecuencia del accionado de la palanca ante la descarga) mientras que el otro perro asume que, haga lo que haga, tiene la batalla perdida y no podrá evitar ni la descarga ni el dolor. A éste fenómeno lo denominó indefensión aprendida y arriesgó su carrera científica al partir de principios que o bien se oponían o bien no requerían de la presencia del Conductismo reinante durante esta década (es decir, se enfrentaba de lleno a la Reina de los Mares a.k.a. B.F. Skinner).

Cuando lo aplicamos a humanos, a muchos se le llena la boca con la depresión como desencadenante por excelencia de este fenómeno. Derrotismo, amor propio nulo, sin ansias por vivir lo que le toca a uno, verse incapaz, etc. Afirmar eso es de cobardes.

No verás lucha en este mundo si tienes suerte y eso es ser afortunado, no cobarde. El cobarde es aquel que se agazapa, aquel que no mira atrás porque sus demonios lo atrapan, aquel que huye como una rata cruzando a campo través cuando deja de tener algo, una idea, lo que quieras, que considere capital.

Aquí somos todos perros con el rabo entre las piernas. Quédate parado como haces siempre, pedazo de mierda.